Cada día es más frecuente la práctica del montañismo en altura, que engloba tanto ascensiones muy técnicas a grandes altitudes ( desde más de 5500 metros hasta el "ochomilismo") como los trekkings de altura, cada vez más populares entre los aficionados a la montaña. Independientemente del nivel técnico y deportivo de estas actividades, en todos los casos es fundamental una buena aclimatación a la altitud.
Fisiología de la altitud
Así como el porcentaje de oxígeno en la atmósfera se mantiene constante en los rangos de altitud de interés médico (sobre el 21%), la presión atmosférica (el peso de las moléculas de aire que hay sobre una superficie determinada) disminuye con la altitud: a modo de ejemplo, si imaginamos a un alpinista en una ascensión, en las cercanías de la cumbre del monte Everest estaría escalando por encima del 70% de las moléculas de aire de la atmósfera, lo que implica que sobre él habría una presión atmosférica mucho menor (un 70% menor) que si se encontrara a nivel del mar.
Esta disminución de la presión atmosférica es la responsable de que la presión inspiratoria de oxigeno disminuya también y, en consecuencia, la cantidad de oxígeno que llega a nuestros tejidos y que permite un buen funcionamiento de nuestro organismo. En qué medida este hecho (la denominada hipoxia) afecta a los individuos es muy variable, así como las manifestaciones que produce: desde dificultades para dormir, frecuentemente observadas por encima de 2500 metros, a dolor de cabeza en el 80% de los casos, mal agudo de montaña y sus formas malignas: el edema pulmonar y el edema cerebral de la altitud.
El organismo reacciona de forma muy diferente según la velocidad a la que se alcanza la altitud, es decir, las consecuencias no son las mismas en una despresurización brusca de una aeronave a 4000 metros que en un ascenso gradual por tierra a una cima en la misma cota. Esto se debe al proceso de la aclimatación, mediante el cual el organismo pone en marcha una serie de complejos mecanismos compensatorios que pretenden optimizar la llegada del poco oxígeno contenido en la sangre a las células. Así, la patología de la altitud en cualquiera de sus manifestaciones, aparece cuando hemos subido “más rápido y más arriba” de nuestra habilidad personal para aclimatar (aunque a partir de ciertas altitudes, consideradas no aptas para la vida humana, el éxito de la aclimatación es prácticamente imposible).
Las recomendaciones para una buena aclimatación a la altitud son, por encima de 2500 metros :
- - Pernocta no superior a 300-400 metros de desnivel por día.
- $- Día de descanso por cada 1000 metros de desnivel alcanzados, o bien cada 3 días de actividad o si se ha superado la recomendación de la altitud al dormir.
- $- Evitar el ejercicio extenuante. Hay que tener en cuenta que el entrenamiento físico no es protector frente al mal de altura; no es infrecuente que en montañas de relativa altitud (por ejemplo, Toubkal), los guías se encuentren que sus clientes más “fuertes” no son los que mejor aclimatan y, en consecuencia, no son los que más frecuentemente alcanzan la cima.
- $- Buena hidratación, evitando tanto la hipo como la hiperhidratación.
- $- Pre-aclimatación. El ascenso a picos de entre 3000 y 4000 metros antes de iniciar una ruta a grandes altitudes, sobre todo si se duerme en altura, parece beneficiar la adaptación. Cabe comentar la pre-aclimatación artificial en cámaras hipobáricas, aunque hay que tener en cuenta que en este caso solo se trabaja la adaptación a la hipoxia y no a la temperatura, la humedad ni al ejercicio y las técnicas deportivas.
- - Fármacos. Existen varios fármacos comúnmente usados para optimizar la adaptación a la altitud, aunque sólo la Acetazolamida ha demostrado su efectividad como preventivo. Su uso estaría justificado en intervenciones de rescate donde la exposición debe ser brusca y no hay opción para los socorristas de aclimatar, así como en trabajadores, sobretodo del campo minero, que son expuestos a altas cotas por medios mecanizados. Su uso en el ámbito deportivo o montañero, aunque muy extendido, da lugar a ciertas dudas éticas y debe considerarse muy seriamente, ya que no están exentos de efectos secundarios y la gran mayoría de ellos ejercen un “efecto rebote” al dejar de tomarlos.
Bibliografia:
Maggiorini M. Mountaineering and altitude sickness. Ther Umsch2001; 58(6): 387-93
Netzer et al. Hypoxia related altitude illnesses. J Travel Med. 2013 Jul- Aug; 20(4): 247-55
Illnesses at high altitude.Chest2008;134:402–416.
.High altitude medicine and physiology.London: Arnold,2000.
, , .